Me quedé pensando en mi presente y en su situación actual, no por obsesión o por un excesivo interés, sino –mientras mi pensamiento no se viera afectado– por tristeza y miedo; por tristeza, porque mi presente era muy triste y creía no poder abandonarlo a menos de que se disolviera en felicidad; por miedo, porque, como temía tomar la más mínima iniciativa en presente, también me consideraba indigno de juzgar –con mi despreciable actitud infantil– de forma responsable y seria el gran futuro masculino, que, casi siempre, me parecía tan irreal que cada mínimo progreso era para mí una falsedad y el siguiente simplemente inalcanzable.
- Buchwald