



Gustav Klimt
Demasiados colores para el ocaso. Postales, cartas y otros textos.
2025, 240 pp.
19,5 x 14,6
“Puedo pintar y dibujar. Yo me lo creo y también hay otros que se lo creen. Pero no estoy seguro de que sea verdad. (…) Estoy convencido de que, como persona, no soy particularmente interesante. No hay nada especial en mí. Soy un pintor que, día a día, desde la mañana hasta la noche, pinta cuadros de objetos y paisajes (…) La palabra, tanto hablada como escrita, no se me da bien y, mucho menos, cuando tengo que decir algo sobre mí o mi trabajo (…). Por esta razón, la posteridad tendrá que prescindir de un autorretrato artístico o literario mío, lo que tampoco es de lamentar.”
(Gustav Klimt. Comentario sobre un autorretrato inexistente, manuscrito propiedad de la Wienbibliothek im Rathaus, circa 1900.)​
Gustav Klimt, uno de los artistas más influyentes de fines del s. XIX y principios del XX, se negó a autorretratarse y sugirió que para conocerlo sólo se debía mirar atentamente sus cuadros. Pero como dijo, en 1905, el historiador del arte Alfred Lichtwark, tras conocerlo personalmente, “nadie se haría, a partir de los cuadros de Klimt, una idea que coincidiera con la apariencia real del maestro”.
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Demasiados colores para el ocaso, asume las palabras de Klimt tanto como las de Lichtwark para dimensionar la obra del artista a partir de una selección de su archivo personal. Esta tarea envuelve una lectura activa del acervo documental, en la que hemos trazado vínculos textuales y gráficos (cartas, postales, textos curatoriales, críticas periodísticas, documentos del Estado vienés, telegramas, entrevistas, cuadros) que nos acercan no sólo a Klimt sino también a la vida artística de Viena entre 1860 y 1920. Un énfasis especial recae en el vínculo con las mujeres: la vasta correspondencia que mantuvo con Maria Ucicka, Maria Zimmermann y Emilie Flöge; y también la polémica creada alrededor de los cuadros de techo para la Universidad de Viena.
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Realizar un recorrido dentro de un archivo personal de un artista conlleva la responsabilidad de abrir una nueva puerta de acceso hacia él y, con ello, contribuir a la memoria colectiva. Demasiados colores para el ocaso surge con el deseo de acoplarse a ese objetivo.
