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  • Buchwald

Rudolf Steiner: Teosofía. Introducción a la visión suprasensible del mundo y el destino humano

V. El mundo físico y su unión con el mundo de las almas y el de los espíritus

Las presencias del mundo de las almas y la tierra de los espíritus no pueden ser objeto de percepción sensorial externa. Los objetos de esta percepción sensorial son parte de un tercer mundo que existe junto a los dos antes mencionados. Durante su existencia corporal, el ser humano vive simultáneamente en los tres mundos. También percibe las cosas del mundo de los sentidos y actúa sobre ellas. Las presencias del mundo del alma tienen influencia sobre él a través de sus fuerzas de simpatía y antipatía; y su alma genera ondas en el mundo del alma a través de sus gustos y disgustos, a través de sus deseos y anhelos. La esencia espiritual de las cosas, sin embargo, se refleja en su mundo del pensamiento; y, como ser espiritual pensante, él también habita la tierra de los espíritus y es compañero de todo lo que vive en esta área del mundo. Queda en evidencia que el mundo sensible es solo una parte de lo que rodea al ser humano. Esta parte del entorno total del ser humano se separa con cierto grado de independencia porque los sentidos –que ignoran el alma y el espíritu– pueden percibirla, e ignoran el alma y el espíritu, que también pertenecen a este mundo. Como un pedazo de hielo que flota sobre el agua y también está hecho de agua aunque se diferencie de ella por ciertas propiedades, las cosas-sensoriales [Sinnendinge] están hechas del mundo de la mente y el alma que las rodean, y se diferencian de estas por ciertas propiedades que las hacen perceptibles a los sentidos. Son –dicho de forma metafórica– construcciones condensadas de mente y alma [Geist- und Seelengebilde]; y la condensación asegura que los sentidos puedan adquirir conocimiento de ellos. Sí, así como el hielo es solo una forma en la que existe el agua, las cosas- sensoriales son solo una forma en la que existen los seres del alma y la mente. Si comprendemos esto, también comprendemos que, como el agua en el hielo, el mundo de espíritu puede pasar al mundo de la mente y ésta, al mundo sensorial.


Theosophie, 1918



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