En la Galería de exposiciones acabo de poner una mesa y una silla. Mi oficina está instalada. [...] En algún momento pienso levantarme del escritorio y hacer algo concreto. Con Moholy, desvaríos en torno a un libro sobre el escenario. Llamé a Gropius para que haga de árbitro.
Muche se queja: ¡no hay plata! La verdad es que me preocupa cómo va a seguir todo esto. Sin personas, sin recursos. Es cierto que Gropius quiere poner a disposición un fondo para escénicas. ¡Pero cuántos van a vivir y tienen que vivir de él! En la ciudad hay un ambiente raro en contra de la Bauhaus. A las y los bailarines de ballet les da vergüenza ser vistos con nosotros. Se burlan de ellos, si no es algo peor. Otro ejemplo: se está organizando una protesta contra la Bauhaus, ¡vamos!
Ayer tuvimos una reunión con Kandinsky. Se quejaban como si vivieran abajo de un puente [als ob sie auf dem letzten Loch pfiffen]: el alquiler es demasiado alto, tienen que bajarlo; la carne aumentó; los sueldos tienen que subir, no se puede construir muebles. ¿Qué iba a decir yo? Estaba ahí, sentado, con cara de tonto. Cuando en cada cosa se ve un problema, es un arte mantener la calma. El ánimo general: Kandisnky contó que el ministro había ido a tomar el té con él. Le dejó en claro que algo tenía que pasar: conferencias, exposiciones, algo que tranquilizara a la gente. El alcalde, todo lo contrario: ahora no hay que hacer ruido, ¡lo mejor es no hacer nada! El ministro dice que algunos están exigiendo que se destituya al alcalde y se paguen los sueldos en la Bauhaus para que se vaya de una vez… así están los ánimos. Nos reímos a carcajadas. Sí, claro, ¡con esa plata cada uno va a construirse una quinta donde más le guste! Por la noche tuve una intuición tonta. No creo que aquí se pueda ser feliz. Todo es tan irreal. ¡Cuando vi el primer edificio me asusté! Tuve la sensación de que algún día va a estar poblado de linyeras, mientras los artistas se asolean en la terraza de sus quintas.
Komentáře