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Buchwald

Hans/Jean Arp: La medida de todas las cosas

El ser humano se comporta como si hubiera creado el mundo y pudiera jugar con él. Ya desde el comienzo de su más que glorioso desarrollo, acuñó la frase: “El ser humano es la medida de todas las cosas”. Rápidamente se puso manos a la obra y cambió todo lo que pudo cambiar. La Venus de Milo yace destrozada en el suelo. Se midió y “desmidió” con la medida de todas las cosas, consigo mismo. Confeccionó y arregló la belleza. De esa producción en masa, se originó un emporio, y ese emporio es, hoy en día, un desfile de las formas de la locura. Confusión, inquietud, sinsentido, locura y obsesión dominan el mundo. En lienzos y esculturas, aparecieron fetos de cabezas geométricas, cuerpos humanos con cabezas amarillas de hipopótamo, criaturas con trompa y forma de abanico, estómagos dentados en muletas, pirámides rengas que lloran, pilas de tierra con órganos genitales y así sucesivamente.



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