El lenguaje que usa Arp para hablar de los objetos merece ser parte de quienes también buscaron establecer taxonomías alternativas, proporcionar nuevas definiciones o clasificarlas según criterios no convencionales, originales o subversivos. Escritores como Flaubert y Rimbaud hasta Ponge y Perec han producido textos que expresan una fascinación por la clasificación de palabras y su relación con los objetos.
Su sensibilidad hacia lo extraño de las cosas y hacia la arbitrariedad de los nombres que les damos ya caracteriza el trabajo de Arp durante el período dadaísta en Zúrich. Su vocabulario visual lo conforman ombligos, torsos, labios, relojes, entre otros objetos cotidianos, pero sus combinaciones inesperadas, que dependen en gran medida del lenguaje y del acto de su enunciación, anticipan las combinaciones del surrealismo.
Los poemarios de Arp, como Die Wolkenpumpe [La bomba de nubes], también aplican los principios del lenguaje de los objetos: abundan combinaciones sorprendentes, a veces lúdicas y otras siniestras; configuraciones; asociaciones y construcciones poco familiares que desafían la lógica.
Las visiones apocalípticas y oníricas no están exentas. Las palabras son familiares, pero su combinación transmite la vívida impresión de un mundo en caos. Y en este sentido, no solo los elementos naturales se ven sumidos en él, sino que también desaparecen las distinciones convencionales entre lo animado e inanimado; sólido, líquido y gaseoso; animal, vegetal y mineral: “las máscaras respiraban las montañas por una fosa nasal/ y las expulsaban como humo por la otra”.
Sin embargo, tanto sus relieves como sus poemas parecen ser un poco más que la “puesta en máquina” de un juego de palabras, anticipan por más de una década la “crisis del objeto” surrealista y su llamado a una “física de la poesía” (Breton).
Que hoy en día el lenguaje de los objetos nos siga interpelando radica en la receptividad asombrosa de Arp hacia los felices accidentes y los simples milagros de la vida cotidiana.
Comments