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Buchwald

Wilhelm Busch: El señor Pumps


El señor Pumps se refresca en el lago,

mientras pasa un oficial a caballo.

De pronto, el animal parece encabritarse,

y el señor Pumps acude al rescate;

Con mano firme toma las riendas

y ágil se sube a la fiera.

Pero apenas se sienta, –oh sorpresa para el oficial–

el caballo se precipita del lugar;

Y pasa como un bólido junto a un grupo

de señoritas del colegio confesional.

Y corre directo al centro de la ciudad,

justo cuando las clases acaban de terminar;

Y corre y corre hasta no querer más,

y manda al señor Pumps a volar.

La muchachada lo sigue y ríe sin parar,

mientras el señor Pumps solo se quiere ocultar.

Abre la primera puerta que encuentra a su paso,

¡ay, Jesús!, dos doncellas tomando un café y conversando.

Y en un arrebato quiere escapar,

pero con la mucama se va a tropezar.

Por fin encuentra un lugar donde esperar

a que su sirviente le alcance su ropa habitual.

Llena de júbilo lo espera toda la ciudad

junto al coche que a casa lo llevará.

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