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  • Buchwald

Paul Klee: Caminos del estudio de la naturaleza

El diálogo con la naturaleza sigue siendo una condición sine qua non para el artista. El artista es humano, él mismo es naturaleza y parte de la naturaleza en el ámbito de la naturaleza.


La cantidad y el tipo de caminos a recorrer en la producción y en el estudio de la naturaleza varían únicamente según la actitud [Einstellung] del individuo respecto a su alcance dentro de este ámbito.


A menudo, los caminos parecen nuevos, aunque quizás no lo sean en esencia. Lo nuevo es sólo su combinación, o son nuevos en comparación con la cantidad y el tipo de caminos de ayer. Ser nuevo en relación con el pasado es, de todos modos, una característica revolucionaria, aunque no necesariamente sacuda el gran mundo antiguo. Por lo tanto, no se le debería quitar importancia a la alegría que trae la novedad, pero la amplia mirada histórica debe evitar buscar la novedad de manera forzada, a expensas de la naturalidad.


La naturaleza del credo artístico de ayer y su estudio de la naturaleza consistían en una exploración, se podría decir, minuciosamente detallada, de la apariencia. Vos y yo, el artista y su objeto, buscaban vínculos en el camino óptico-físico a través de la capa de aire que yacía entre nosotros, vos y yo. En ese camino, se obtuvieron excelentes imágenes de la superficie del objeto filtrada por el aire, y así se desarrolló el arte de la visión óptica, mientras que el arte de contemplar y hacer visibles impresiones y conceptos no ópticos quedó abandonado y rezagado.


El logro de explorar la apariencia no debe subestimarse, simplemente necesita ampliarse. Hoy en día, este único camino ya no satisface del todo nuestra necesidad, al igual que ayer y anteayer, no era la única necesidad. El artista moderno es más que una mejor cámara, es más complejo, rico y espacial. Es una criatura en la Tierra y una criatura dentro del Todo, es decir, una criatura en una estrella entre estrellas.


Esto se manifiesta gradualmente de tal modo que en la interpretación [Auffassung] del objeto natural se produce una totalización, no importa si este objeto es una planta, un animal o un ser humano, ya sea en el ámbito del hogar, del paisaje o el mundo en general, lo que se activa es una interpretación más espacial del objeto en sí.


El objeto se expande más allá de su apariencia por nuestro conocimiento de su interior [Wissen um sein Inneres], al saber que la cosa es más de lo que su exterior revela. El ser humano disecciona la cosa y visualiza su interior en la superficie donde se hicieron los cortes [Schnittflächen], donde el carácter del objeto se ordena según el número y tipo de cortes necesarios. Esta es la interiorización visual [sichtbare Verinnerlichung], en parte, por el uso de un simple cuchillo afilado y, en parte, con la ayuda de instrumentos más finos, que pueden mostrar claramente la estructura material o la función material.


Las experiencias así obtenidas capacitan, en su conjunto, al yo para hacer inferencias desde el exterior óptico hacia el interior del objeto, y de manera intuitiva, ya que en el camino óptico-físico de la apariencia, el yo es estimulado a hacer inferencias emocionales que, dependiendo de la dirección que haya tomado, pueden ramificar, hasta cierto punto, la impresión de la apariencia hacia una interiorización funcional. Antes anatómica, ahora más fisiológica. Más allá de estos tipos de contemplación interiorizante del objeto, hay caminos que conducen a una humanización del objeto, que llevan al yo a establecer una relación de resonancia con el objeto y que sobrepasa las bases ópticas. Primero, el camino no óptico de enraizamiento terrenal común, que asciende desde el yo hacia el ojo; y segundo, el camino no óptico de la comunión cósmica, que desciende desde arriba. En su unificación, caminos metafísicos.


En este punto, es importante destacar que el estudio intensivo conduce a una experiencia [Erlebnis], y que, a través de ella, los procesos señalados se condensan y simplifican. Sin embargo, es importante agregar, quizás como explicación, que el camino inferior lleva al ámbito estático y produce formas estáticas, mientras que el superior al ámbito dinámico. En el camino inferior, que gravita en el centro de la Tierra, se encuentran los problemas del equilibrio estático, que se pueden caracterizar como el “permanecer de pie a pesar de todas las posibilidades de caer”. El deseo de liberarse de la atadura terrenal conduce a los caminos superiores, por medio del nado y el vuelo hacia un impulso libre, hacia una movilidad libre.


Todos los caminos convergen en el ojo y, desde su punto de encuentro, donde se traducen en forma, van hacia la síntesis de la visión exterior y la contemplación interior. Desde este punto de encuentro, se forman estructuras manuales que difieren completamente de la imagen óptica de un objeto pero que, sin embargo, desde el punto de vista de la totalidad, no la contradicen.


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