La generación anterior concebía la vida de la siguiente manera: el ser humano tiene una rutina y, en su tiempo libre, puede ocuparse del fenómeno de la creación “artística”, de sus obras “cargadas” de espíritu. Con el tiempo, esa forma de pensar derivó en condiciones insostenibles. P. ej., en la pintura: en lugar de juzgar una obra por sus principios expresivos, por su arraigo a una comunidad, se aplicaron principios completamente personales, y lo universal fue catalogado como producto del capricho individual. Esta postura subjetivista excesiva del receptor generó que algunos creadores olvidaran, poco a poco, cómo producir lo esencial, lo biológicamente determinado, y en cambio, con el propósito de “hacer arte”, recurrieran a lo minúsculo, a lo irrelevante y, con frecuencia, solo a alguna fórmula estética derivada histórica o subjetivamente de las grandes obras individuales. La resistencia a este desmoronamiento de la composición pictórica (cubismo, constructivismo) intentó purgar por sí misma los elementos y medios de expresión, pero sin pretender crear “arte”. Hay “arte” cuando la expresión es óptima, i.e., cuando, en su máxima intensidad, se afianza en lo biológico, es consciente de sus objetivos, manifiesta y pura. También se intentó unificar obras singulares o campos de creación distintos. Se trata de la Gesamtkunstwerk, la arquitectura como la suma de todas las artes (De Stijl en Holanda, primer periodo de la Bauhaus). Hasta hace poco, en la época dorada de la especialización, la idea de una obra de arte total era fácilmente concebible. Sus ramas y la fragmentación que se generó en todos los campos habían destruido toda esperanza de abarcar la totalidad de los ámbitos, la totalidad de la vida. Puesto que la obra de arte total es una adición –aunque estructurada–, en la actualidad, no podemos darnos por satisfechos con ella. Lo que necesitamos no es una Gesamtkunstwerk, que fluye separada de la vida, sino una síntesis –que se construye a sí misma– de todos los momentos de la vida en una Gesamtwerk (vida) que lo abarque todo, que anule cualquier separación, y en la que todas las producciones individuales resulten de una necesidad biológica y confluyan en una necesidad universal.
Pintura, fotografía, cine. Buchwald editorial
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