En casa tengo un piano azul
pero no conozco nota alguna.
Está ubicado en la oscuridad de la puerta del sótano
desde que el mundo se embruteció.
Las estrellas lo tocan a cuatro manos
–La mujer de la luna cantó en la barca–
Ahora las ratas bailan con el tintineo.
El teclado está roto …
Lloro por la muerta azul.
Ay, querido ángel, ábreme
–comí de un pan amargo–
ábreme en vida la puerta del cielo,
a pesar de la prohibición.
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