¡Querida Jeep! ¿Ya les llegó la última noticia? ¿Que Heinrich Mann y yo tenemos que abandonar la Academia porque firmamos un llamado a la unión de los partidos de izquierda? Para la dirección de la Academia fue una situación terriblemente incómoda. Catorce años (precisamente los catorce años que Hitler califica como los “malos”) trabajé en ellos en total tranquilidad. Y ahora la dirigencia de la Academia se ve obligada a pedirme que la abandone voluntariamente. Si no tomaban esta medida, habrían corrido el riesgo de cerrarla por completo. Claro que lo voy a hacer. También Heinrich Mann. Wagner, el director de la Secretaría de Construcción de la ciudad, también dejó voluntariamente la Academia, por solidaridad con nosotros. Pero todavía puedo ejercer la docencia hasta el 1 de octubre, con sueldo completo y acceso a las aulas.
Eso me alegra, porque tengo un grupo grande de arcilla y si me hubieran expulsado sin reparos, no habría tenido a dónde llevarlo…
Dame la libertad para poner un fin. De diarios y cartas.
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