Comentario durante el panel “The Art/Craft Connection: Grass Roots or Glass Houses” en la reunión anual de la College Art Association’s, Nueva York, 25 de febrero de 1982. El panel fue moderado por Rose Slivka, editora de Craft International, y los panelistas fueron: Anni Albers, John Cage, Lee Hall, Robert Malloy, Phillip Pavia, Jacqueline Rice y Peter Voulkos.
Hace poco recibí la visita de un bebé de 10 semanas. Me comenzó a mirar con los ojos tan abiertos que me resultó perturbador, parecía que estaba luchando por decirme algo sin saber cómo hacerlo. Y pensé en todas las veces en que me sentí así, sin saber cómo sacar lo que necesitaba expresar.
La mayor parte de nuestras vidas la vivimos encerrados en nosotros mismos, pero ansiosos de no estar solos, de incluir a otros en esa vida que es invisible e intangible.
Para hacerla visible y tangible, necesitamos luz y material, cualquier material. Y cualquier material puede asumir la carga de lo que ha estado gestándose en nuestra conciencia o subconsciente, en nuestra percepción o en nuestros sueños.
Ahora bien, el material, cualquier material, obedece a leyes propias, leyes evidentes, dadas por las fuerzas reinantes de la naturaleza o impuestas por nosotros a materiales creados por nuestro cerebro, como el sonido, las palabras, los colores, las ilusiones del espacio; leyes antiguas o recién inventadas. Podemos seguirlas u oponernos a ellas, pero son directrices, positivas o negativas.
El cerebro humano es una computadora. El caos total no es humano. Intentamos desentrañar el enigma del orden del cosmos. La televisión, mi gran maestra, me dice que los astrónomos están encontrando simplificaciones de ese orden y unificando cada vez más todo.
¿Cómo elegimos nuestro material, nuestro medio de comunicación? "Accidentalmente." Algo nos habla, un sonido, una sensación al tacto, la dureza o suavidad, nos atrapa y nos pide que le demos forma. Vamos encontrando nuestro lenguaje y, conforme avanzamos, aprendemos a obedecer sus reglas y sus límites. Tenemos que obedecer y ajustarnos a esas demandas. Las ideas fluyen de él hacia nosotros y, aunque sintamos que somos los creadores, estamos en un diálogo con nuestro medio. Cuanto más delicada sea nuestra sintonía con el medio, más creativas serán nuestras acciones. No escuchar nuestro material nos conduce al fracaso.
Una vez, hace años, le pregunté a John Cage cómo había comenzado a encontrar su camino. No creo que él se acuerde. “De casualidad” me respondió.
Los estudiantes se preocupan por elegir su camino. Siempre les digo: “Podés ir a cualquier lugar desde cualquier lugar.”
En mi caso, fueron los hilos los que me atraparon, incluso contra mi voluntad. Trabajar con hilos me parecía poco. Quería conquistar algo. Pero las circunstancias me mantuvieron atada a los hilos, y ellos me doblegaron. Aprendí a escucharlos y a hablar su lenguaje. Aprendí el proceso que implica manejarlos.
Y con la escucha vino, gradualmente, el anhelo de liberarme, de ir más allá de su ámbito, lo que me llevó a los medios gráficos. Los hilos ya no eran tridimensionales como antes, ahora, su apariencia aparecía dibujada o impresa en papel.
Lo que había aprendido con el manejo de los hilos ahora lo usaba en el proceso de impresión. Nuevamente fui guiada. Mis impresiones no son reproducciones de pinturas en papel. Trabajé con el proceso de producción, mezclé medios, experimenté con el lado de la hoja...
Lo que intento transmitir es que el material es un medio de comunicación.
Escucharlo, no dominarlo, nos hace verdaderamente activos, es decir: para ser activo, hay que también ser pasivo.
Cuanto más sintonicemos con él, más cerca estaremos del arte.
El arte es el objetivo final. En una entrevista reciente, Maximilian Schell, el actor, dijo: “El arte es para hacer realidad sueños.”
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